
Hay momentos en la vida en los que nos damos cuenta de que seguimos cargando con “el polvo del pasado”. Ese polvo que se va acumulando en nuestro corazón y en nuestra mente cuando no soltamos una relación, un trabajo, una etapa de la familia o una amistad que ya cumplió su ciclo.
Cuando no soltamos, nos quedamos atrapados en un bucle de ansiedad, angustia y dolor. Y aunque nos cueste aceptarlo, no podemos avanzar mientras sigamos mirando hacia atrás.
Cerrar etapas no es fácil, sobre todo cuando hubo amor, entrega, tiempo invertido o sueños compartidos. Pero cerrar no significa olvidar: cerrar es darnos la oportunidad de curar la herida, de aprender de lo vivido, y de reconocer que, aunque dolió, nos dejó un aprendizaje valioso.
Porque no podemos olvidar que estamos en esta vida para aprender y evolucionar.
Y cada experiencia, por más dura que haya sido, trae una enseñanza.
Cuando nos damos el permiso de barrer ese polvo, nos regalamos paz.
Nos abrimos a un nuevo ciclo donde podemos respirar, donde nuestro sistema nervioso encuentra calma, y donde podemos volver a soñar sin cadenas.
- Todos merecemos estar bien.
- Todos merecemos un cierre.
- Todos merecemos un punto final a lo que nos duele y no nos deja avanzar.
Solo así podemos abrir espacio a un futuro distinto, más ligero, más sano y más verdadero.
No mires atrás con miedo, sino con gratitud. Lo que sueltas se transforma en luz y abre espacio a lo nuevo.
Hasta la próxima!
